LUCÍA Y EL SAXO - Capítulo 2

Lucía tocaba tan bien el Saxo que hacía con él todo lo que ella quería. Y no nos referimos solamente a que era capaz de tocar cualquier escala, cualquier ejercicio, lección, canción, obra musical, por difícil que fuera y, por supuesto, de memoria. No. Además de hacer todo aquello, era capaz de hacer realidad todo lo que se imaginaba cuando estaba tocando. En una ocasión, mientras tocaba el Concierto de Aranjuez, se imaginó que todos los instrumentos flotaban en el aire y que los músicos no podían alcanzarlos. Cuando abrió los ojos, los músicos estaban subidos cada uno en sus sillas tratando de coger cada uno su instrumento. En ese momento se le ocurrió que los instrumentos empezaran a dar vueltas y más vueltas. Y ahora pasaba un clarinete por aquí y una trompeta por allá... ¡Cuidado con esa tuba! Luego se imaginó que todos los músicos iban montados cada uno en su propio instrumento, como si cada uno pilotara el suyo. Menuda sinfonía acrobática que interpretaron. Pero lo mejor fue cuando Lucía llegó al Segundo movimiento de este Concierto y comenzó a tocar su maravilloso Solo. Lo había escuchado e interpretado tantas veces que se imaginó que estaba en uno de esos jardines donde el compositor se inspiró para componer esta obra y en ese momento logró lo que nadie había logrado hasta ahora: Parar el Tiempo y todos los relojes del mundo durante unos minutos... Todos los músicos saben que cuando se interpreta música puede uno imaginarse historias, personas, sentimientos... pero lo de Lucía era asombroso. En otra ocasión descubrió que haciendo un intervalo de 4ª aumentada (no voy a decir cuál, no vaya a ser que se descubra) en sentido ascendente, podía abrir la puerta de la habitación en la que estuviese en ese preciso momento. Si lo hacía en sentido descendente la cerraba. Y de esa manera, investigando unos y otros intervalos: mayores, menores, justos, aumentados, disminuidos... consiguió abrir y cerrar ventanas, armarios, atriles; transportar cosas, ya sean sillas, mesas... Incluso pudo ordenar todos los instrumentos de la orquesta sin necesidad de mover un dedo. Bueno, solamente los que necesitaba para tocar el intervalo correspondiente. Lo que no pudo conseguir nunca era un intervalo que le permitiera aprobar los exámenes sin estudiar... pero sí consiguió aprovechar mucho mejor el tiempo para estudiar y asimilar todas las asignaturas del colegio sin dejar de practicar e imaginar todos los días con su instrumento.